La castidad masculina consiste en encerrar el pene en una jaula especialmente diseñada para evitar que tengas erecciones completas o que uses el pipí para tener sexo. Cuando lo tienes puesto no puedes masturbarte ni tener orgasmos, y solo te lo puede quitar la persona que «guarda la llave». Uno pensaría que cualquier hombre se caga del susto de solo escuchar esto, pero no: hay unos cuantos que gimen de entusiasmo. Estar enjaulado puede ser sumamente excitante y satisfactorio. Algunas personas dicen que la privación del orgasmo aumenta el apetito sexual y mejora la concentración. También mejora la relación entre la persona dominante y la sumisa.
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